The Spanish Column
Editada por Abril De León
Segunda parte:
Nota editorial: Este mes nos enorgullece presentarles a Paco Yunque. Este increible cuento del autor peruano César Vallejo, nos invita a explorar temas como la injusticia social, la discriminación y la opresión. En esta pieza maestra y con un niño como su protagonista, Vallejo nos muestra la lucha por la dignidad. La niñez se presenta como un campo de batalla entre la bondad y la crueldad, mientras los valores se esconden entre las rendijas más humildes. Esta conmovedora historia nos invita a reflexionar sobre las desigualdades y el impacto del entorno en el desarrollo humano.
Paco Yunque por César Vallejo
—Me he quedado dormido. —Bueno —dijo el profesor—. Que ésta sea la última vez. Pase a sentarse. Humberto Grieve buscó con la mirada donde estaba Paco Yunque. Al dar con él, se le acercó y le dijo imperiosamente: —Ven a mi carpeta conmigo. Paco Fariña le dijo a Humberto Grieve: —No. Porque el señor lo ha puesto aquí. —¿Y a ti qué te importa? —le increpó Grieve violentamente, arrastrando a Yunque por un brazo a su carpeta. —¡Señor! —gritó entonces Fariña—, Grieve se está llevando a Paco Yunque a su carpeta. El profesor cesó de escribir y preguntó con voz enérgica: —¡Vamos a ver! ¡Silencio! ¿Qué pasa ahí? Fariña volvió a decir: —Grieve se ha llevado a su carpeta a Paco Yunque. Humberto Grieve instalado ya en su carpeta con Paco Yunque, le dijo al profesor: —Sí, señor. Porque Paco Yunque es mi muchacho. Por eso. El profesor sabía esto perfectamente y le dijo a Humberto Grieve: —Muy bien. Pero yo lo he colocado con Paco Fariña, para que atienda mejor las explicaciones. Déjelo que vuelva a su sitio. Todos los alumnos miraban en silencio al profesor, a Humberto Grieve y a Paco Yunque. Fariña fue y tomó a Paco Yunque por la mano y quiso volverlo a traer a su carpeta, pero Grieve tomó a Paco Yunque por el otro brazo y no lo dejó moverse. El profesor le dijo otra vez a Grieve: —¡Grieve! ¿Qué es esto? CASTELLANO 22 Humberto Grieve, colorado de cólera, dijo: —No, señor. Yo quiero que Yunque se quede conmigo. —Déjelo, le he dicho. —No, señor. —¿Cómo? —No. El profesor estaba indignado y repetía, amenazador: —¡Grieve! ¡Grieve! Humberto Grieve tenía bajos los ojos y sujetaba fuertemente por el brazo a Paco Yunque, el cual estaba aturdido y se dejaba jalar como un trapo por Fariña y por Grieve. Paco Yunque tenía ahora más miedo a Humberto Grieve que al profesor, que a todos los demás niños y que al colegio entero. ¿Por qué Paco Yunque le tenía tanto miedo a Humberto Grieve? Porque este Humberto Grieve solía pegarle a Paco Yunque. El profesor se acercó a Paco Yunque, le tomó por el brazo y le condujo a la carpeta de Fariña. Grieve se puso a llorar, pataleando furiosamente en su banco. De nuevo se oyeron pasos en el patio y otro alumno, Antonio Gesdres —hijo de un albañil—, apareció a la puerta del salón. El profesor le dijo: —¿Por qué llega usted tarde? —Porque fui a comprar pan para el desayuno. —¿Y por qué no fue usted más temprano? —Porque estuve alzando a mi hermanito y mamá está enferma y papá se fue a su trabajo. —Bueno —dijo el profesor, muy serio—. Párese ahí… Y, además, tiene usted una hora de reclusión. Le señaló un rincón, cerca de la pizarra de ejercicios. Paco Fariña se levantó entonces y dijo: —Grieve también ha llegado tarde, señor. CASTELLANO 23 —Miente, señor, —respondió rápidamente Humberto Grieve—. No he llegado tarde. Todos los alumnos dijeron en coro: —¡Sí, señor! ¡Sí, señor! ¡Grieve ha llegado tarde! —¡Psch! ¡Silencio! —dijo malhumorado el profesor y todos los niños se callaron. El profesor se paseaba pensativo. Fariña le decía a Yunque en secreto: —Grieve ha llegado tarde y no lo castigan. Porque su papá tiene plata. Todos los días llega tarde. ¿Tú vives en su casa? ¿Cierto que eres su muchacho? Yunque respondió: —Yo vivo con mi mamá… —¿En la casa de Humberto Grieve? —Es una casa muy bonita. Ahí está la patrona y el patrón. Ahí está mi mamá. Yo estoy con mi mamá. Humberto Grieve, desde su banco del otro lado del salón, miraba con cólera a Paco Yunque y le enseñaba los puños, porque se dejó llevar a la carpeta de Paco Fariña. Paco Yunque no sabía qué hacer. Le pegaría otra vez el niño Humberto, porque no se quedó con él, en su carpeta. Cuando saldrían del colegio, el niño Humberto le daría un empujón en el pecho y una patada en la pierna. El niño Humberto era malo y pegaba pronto, a cada rato. En la calle. En el corredor también. Y en la escalera. Y también en la cocina, delante su mamá y delante la patrona. Ahora le va a pegar, porque le estaba enseñando los puñetes y le miraba con ojos blancos. Yunque le dijo a Fariña: —Me voy a la carpeta del niño Humberto. Y Paco Fariña le decía: —No vayas. No seas zonzo. El señor te va a castigar.
Continuará …
¡ Hasta la próxima!